sábado, noviembre 18, 2006

"Nostalgia de una mañana como otras"

Y las nubes que acarician el tibio despertar del sol, como la frecuencia de todo aquel bullicio que duerme latente en un destruido estruendo de gritos y más gritos que el día propone. Y es cuando a estas horas de tranquilidad, cuando todos duermen, que me tiento a parafrasear la locura que escondo y tengo esas enormes ganas de salir despedido por la inconciencia y gritar a los cuatro vientos que todavía puedo disfrutar de la soledad.
Me quedo pensando en lo que estas diciendo y trato de acostumbrarme a tus palabras, pero tal vez ya no las comprenda, como aquel árbol que deja caer sus hojas para convertirla nuevamente en alimento de su vida. Y es eso, uno piensa, escupe palabras e inconcientemente nutre sus sentires, y refleja un desafío literario nuevo.
Leo lo que acabo de escribir y ya no me reconozco. Será esa dualidad que me atormenta. Me siento solo, decididamente solo. No puedo vestirme de tus brazo auque realice el mayor de los esfuerzos. Me apena tu nostalgia y acaricio tus palabras para no dejarlas socorrer en insulto. Acaricio sus cabellos, los acomodo prolijamente tras orejas calladas que no quieren más que gritar palabras de amor. Es inútil, mi llanto ensordece hasta el cupido más dedicado, y sus flechas se quiebran y caen antes de tiempo. Ya no se si podré dedicarle una sonrisa a mi rostro que inútilmente sigue esperando la broma de un medio día infantil, y correteadas siestas de tupidos baldíos, y ese aroma a vacaciones templadas, y mi amigo fiel, quien recorre estos esteros para sonreírle al océano, que llevará mis palabras, mis locuras, y las detendrá a tu lado, como cuando éramos niños, y la inconciencia protegía nuestras travesuras, y el amor sonreía en mi rostro, y mis silencios acababan en un llanto de cabellos que gritaban en tus oídos las palabras decididas a morir, con su bandera en alto, en tan añorada alta mar.Nostalgias de una mañana como otras, que goza la conquista de nubes calladas y misterioso sol, tal vez el tenga razón…
Juan Maldonado

miércoles, noviembre 15, 2006

“El espejo que mira hacia atrás” (canción)

Buscaron tras el mundo nuevas tierras,
lucharon con mareas arrasantes.
Llegaron al lugar que yo más quiero
haciéndose pasar por visitantes

Compraron con engaño nuestras vidas
aquellos misioneros comerciantes.
Pulieron el trabajo del nativo
a cambio de maltratos desgastantes

(estribillo)
Siento furia en mi pecho, al cantar esta canción;
y es por eso que mis labios sangran, es por ello que sangra mi voz…

Gritaron con voz alta dominante
aquella libertad que ellos quería.
Haciendo resaltar en nuestra historia
(Mentira) somos libres desde aquel día

Lucharon con lo poco que tenían,
“Juan pueblo” puso garra y esperanza.
La “burgue” aporto su inteligencia:
mirando tras los vidrio de las casas

Siento furia en mi pecho, al cantar esta canción;
y es por eso que mis labios sangran, es por ello que sangra mi voz

Y así fuimos creciendo, de aquel modo:
viviendo en un mar de hipocresías,
que quieren conformar a las personas
(con suerte) brindándoles el pan de cada día.

Aquella realidad no muy lejana
demuestra su mirada en nuestro espejo,
nos quieren engañar como al nativo:
vendiéndonos piedritas con reflejos

Siento furia en mi pecho, al cantar esta canción;
y es por eso que mis labios sangran, es por ello que sangra mi voz…

Juan Maldonado
“Mis palabras” (canción)
(Dedicado a destructores de sueños que dieron contra el muro de mis necesidades. Nunca me he sentado a escribir o componer una canción, lo hago por necesidad. A los que se incomodan por ello, simplemente les pido disculpas)


Dicen que mis palabras no dicen nada
porque no están sufriendo mi corazón,
yo quédome tranquilo con las razones
que se juegan estrofas en mi canción

Suelo escuchar al viento que trae verdades
de lugares vacío y perdidos;
esos que dejan marcas en mis recuerdos.
No me juego silencio, por ellos no

(Estribillo)
Mis palabras son reflejos de mis sentires.
Juntan penas y glorias, amor y dolor.
Pueden juzgarse simples y desprolijas;
es que así es hermano mi corazón

Como aquel arco iris que cruza el cielo
conquistando el mensaje de lluvia y sol.
Pinto las oraciones con el encuentro
de colores primarios y sinceros

Dicen que mis palabras no dicen nada
Porque no están sufriendo mi corazón
No puedo ser silencio de mis sentires
No entregaría mi alma, por ser canción...
Juan Maldonado

martes, octubre 24, 2006

"Perro vagabundo"

Perro vagabundo que aterrizas en cualquier plaza y dejas reposar tu descanso en cuanta sombra refresque estos tiempos de calor intenso. A ti te escribo, para que te sientas acompañado y de esa manera puedas realizar el camino de regreso con la simpática molestia de mi compañía.
Es ese andar desorientado de noches de pura reflexión bajo los tenues lumínicos lunares que el crepúsculo presenta cuando camino tras los restos de comida que los más afortunados depositan en sus basureros, y es ese tal vez el premio de tan desdichada suerte que me acompañará a través de mis tiempos hasta que la muerte llame a mi puerta y ya ninguna frivolidad percutirá sobre mis necesidades.
Camino tras los pasos de aquel solitario, que como yo, ha quedado tras las rejas de desamparo, orientando su rumbo tras senderos indefinidos, preocupándose únicamente por jugarse la suerte, vertiendo en el bolillero algunas escasas cifras que seguramente nadie adquirió, y nuevamente el premio quedará bacante, en manos de la mala racha. Se pintará de sol y luna, de sombra y comida podrida, de trifulca instintiva, y los caminos nunca mostraran las huellas gastadas, porque el camino del desoriento siempre ofrece un adelante, y como algún filosofo diría en la antigüedad: “no mojarás tu cuerpo dos veces en el mismo río”, de igual manera, desorientado, no volverás a sobrepasar tu camino dos veces. Será eso lo que nos atrae a los desdichados caminantes nocturnos, el esparcir nuestros pasos, tras el laberíntico juego del no saber lo que vendrá. Prefiero este camino, de senderos escondidos, abandonados por solitarios anteriores que bajo la gramilla dejaron sus huellas, aquellas que los llevaron a impensados lugares. Los caminos que van y vuelven me aburren. Prefiero las balsas sometidas a las decisiones del mar abierto.
Como perro aullando a la luna, en son de enamorarla es que me encuentro, con mis caminos perdidos, a la espera del destino…
Juan Maldonado

martes, octubre 10, 2006

La Verdad”

La verdad que tengo tantas cosas que callarme, pero cuando me acuerdo de ello, ya lo he dicho todo. Y si fuera eso, que como volcán en erupción constante, los contenidos sinceros no pueden callarse, como que siempre están dispuestos a disfrazarse con los rutinarios mentirosos que aseguran un particular presente. No se. La verdad es que se descuelgan de las palabras, miradas, gestos, acciones, todas las verdades y ya nada queda por ocultar.
En los cimientos de históricas vivencias mundanas y sociales, la verdad aparece como ese estallido que quiere dejarse debajo de una caja, para que el ruido sea menor, pero tarde o temprano están los curiosos que permiten que una solapa se abra y ese grito coree la canción de lo correcto, y es como un reordenamiento estructural, sobre todo en el entendimiento, y ya tranquilidad en mano, la cosa se perpetua de manera más simple.
“Todo es relativo”, afirmación aprobada para que de ese último pelito nos agarremos todos y vayamos pa`delante contentos, dichosos de nuestros actuares, ocultos en esa armadura de yelmo candente que transpira nuestras sienes y ruboriza a los más osados.
En este gran filme, que el actuar social que nos rodea propone, la verdad aparece como ese travieso niño que lleva todo su arsenal golosino al cine, interrumpiendo la tranquilidad de hasta los más concentrados. Es por ello que hago campaña por los celofanes más ruidosos, amasados eternamente, que sobresalen ante cualquier potente altoparlante que quiera disimular los diálogos del melodrama que esta realidad contiene, que deja sin entradas a muchos, que priva de confites a muchos más, y que por sobre todo, y en su incumplimiento más profundo, convence del guión hasta los propios actores, cuales dejan correr sus lágrimas y sus discursos de manera tan real, que uno no sabe si quedarse a esperar la película siguiente o retirarse a tomar un café en el bar de la esquina.
Yo prefiero el bar de la esquina, pero ojo, no es que esté salvado: en varias oportunidades estamos comentando la película que vimos la noche anterior…
Juan Maldonado

miércoles, octubre 04, 2006

"Esta lloviendo"

Del otro lado de la ventana esta lloviendo. Esa lluvia que hace meses estamos esperando porque la sequía dejo sus rastros polvorientos en la zona. El calor siempre esta acechando en estos pagos, y los pañuelos en la cabeza de los cosechadores, sudan el largo penar de los trigales secos.
Yo me duermo sobre la firmeza de un algarrobo que ya hace una decenas de años dejo de ser semilla para convertirse en esta pila de anillares de historia, de fogones asadores de desafortunados animales que llegan tarde a la cadena alimenticia.
De guitarras sonando al son de machadas voces que cantan himnos folklóricos del lugar, junto a enamoradas parejas que danzan gatos y chacareras.
La lluvia tiene ese ejemplar en donde los recuerdos más hermosos son bendecidos con el correr de las gotas que traen sedimentos de lugares lejanos. Olores a niñez divertidas, de chapotes en charcos calentitos, que salpican una sonrisa en las correteadas de siestas.
Esta lloviendo y como flechas mojadas se clava el diluvio el la tierra seca dejando explosiones en el candente suelo.
La lluvia tiene esa particularidad de dejarme atónito, mirando las gotas que forman una cortina en el horizonte y con ganas de salir nuevamente a corretear y pintarme de agua fresca, y que corran por mi rostro esas gotas que bajan de mis cabellos mojados en formas de lagrimas que llegan a mi boca con el suave sabor a recuerdos y nostalgias revividas….
Juan Maldonado

miércoles, septiembre 27, 2006

“El mar”
El mar me recuerda a tantas cosas. El amor de una desorientada muchacha, que camino a la nada deja reposar su mirada en cuanto muelle se presente. El calor del verano, que siempre tiene la dosis perfecta para cada descanso. Al sabor de la sal que se asemeja a una dulce hiel.
He estado tres días mirando el mar y la profundidad de mis pensamientos se han encontrado con aquellos piratas que en busca de oro derramado han dejado en mí este espíritu de aventurero que atraviesa en cuanto tiempo le corresponde los más disparatados deseos.
Me llegan botellas de enamorados que lanzan esperanzas al agua esperado ser correspondido del otro lado del corazón. A manera de suspiros dejan caer el vidrio que cubre profundas palabras que en fila dan el conocer de tan cuanto sentimiento se esconde detrás de cada una de nuestras personas. Y si, algunos escribimos nuestros cariños, y otros se dejan apalear por el garrote de la vergüenza y esconden su sentir en lo más profundo de sus entrañas, no permitiéndose liberarse y darse a conocer.
El mar me trae su manto de arena que suaviza mi caminar, amoldando mis pisadas en cada paso. Masajeando la suela de mi cuerpo al caminar. Deja caer esa alfombra de caracolas, que a modo de antiguo transporte en el templo de “Aladino”, alza en viaje aéreo mis pisares, y levita mi cuerpo todo de la mano del placer.
He estado tres días mirando el mar, y su caudal de estrellas reflejadas desde el cielo se mecen al compás de las olas, y estas se depositaban en la orilla invitándome a soñar en deseos que bajo la luz intensa de aquellas fugaces se convierten en futuras realidades.
Una ola salpica mi sequedad, me advierte con su mano que estamos ante la presencia de lo eterno. De lo inalcanzable, pero que se presta todo. Que estoy caminando hacia las profundidades, de la presiones. Que estoy agitando mis alas para entrar en el húmedo vuelo, convertirme en halcón y dejarme flotar, y que la brisa de las olas manejen mi destino, que sin duda será dentro de la historia del océano…
Juan Maldonado

viernes, septiembre 15, 2006

“Mis manos sobre tu cara”

Entre tantas miradas siempre esta la mas intensa, la que me observa desde lejos o cerca según este yo ubicado. Y es esa sensación que provoca tu mirar que me estimula y me conduce a este hermoso laberinto de posibilidades.
Mis manos sobre tu rostro quiero depositar y que mis dedos puedan dibujar el contorno, cada rasgo, como ese pintor desesperado por crear un nuevo dibujo, aquel que lo lleve al reconocimiento de la belleza, auque sea ya una vez, muchos años de desaparecido.
La cascada de rizos que atraviesan tus mejillas, como bastones de óleo fácil de corregirlos, y mis dedos a modo de cinceles correctores, jugueteando, mezclando los tonos para conformar el color justo. Puedo sentir sobre ellos como se enredan esos tenues descansares de cabellos que recorren tu rubor todo, y se acomodan al relieve de tu cara como manto de hojas secas que alfombran todo el llano en épocas de otoño.
Mis manos sobre tu cara quiero depositar y descansar en ese diminuto pero eterno vuelo que flota mi cuerpo sobre dimensiones desconocidas. Que me sumerge a ese pasadillo encantado en donde todo huele a placer.
Con la yema de mi índice, medio, anular, rastrillar delicadamente el terreno de tu frente, preparándolo para sembrar las semillas de mis besos, esperando se reproduzcan en nuevas semillas y en nuevos besos, aquellos que el viento traslada a diferentes partes de tu cuerpo.
Con el pulgar convertido en esteca de madera modelar suavemente tu nariz, y colocar finalmente esa gota de cristal con mi índice sobre su punta, creando el llanto de sonrisa, la que mira ruborizada el suelo. Y continuar con tus labios, que son aquella estaca que clava mi corazón cuando ciegamente te observo, hermosa, y me convierto en vampiro.
Mis manos sobre tu cara, y que la arcilla de tus labios se mezclen con los míos.
Juan Maldonado

jueves, septiembre 14, 2006

“Desde afuera”
Aquí estoy, aferrándome a mis escritos. En medio de esta vorágine de vida que me ahoga, me desangra por dentro y trato cada minuto escaparme y salirme. Tengo tanta nostalgia acumulada, tanta desazón desarraigada.
Un tipo que me habla de no se que cosa, y yo diciendo si.
El mundo me propone un ir y venir que no me completa. No logro incorporarme.
Desde afuera es que escribo estas palabras y tan solo para poder acompañarme. He nacido tal vez unos 2000 años después de lo debido, o tal vez soy un incapaz y no puedo incorporarme. Mientras el común va detrás de ese incontrolable sueño de acaudalar sus bolsillos de manera incondicional, yo despierto cada día esperando que el dueño del tiempo me regale una prorroga para poder encontrarme con esa musa que deja grabado en mi, el mensaje preparado para todos aquellos que lo estén necesitando, incluyéndome.
Resisto. Como siempre. Resisto.
Barbaridades, muertes y descontroles. Guerras a kilómetros de distancia, que son parte nuestra. Porque mientras no hagamos nada para evitarlo, siguen siendo nuestras. Aunque sea el trabajo menos pesado, el de denunciarlas y oponerse a ellas. Aquellos que las generan (sabe quien por que), tendrán algún día su merecido? No sé, ya hasta dudo –y plagiándome de escritos anteriores- y descreo de los juicios morales.
Tengo el don de absorberlo todo. Pero no escupo nada. Tal vez en estos momentos de soledad, de incontrolable pasión literaria, puedo liberarme de tanta acumulación de análisis y pensamientos que destruye y agobian. Y quedo finamente tranquilo, esperando nuevamente cargarme de pensamientos, y volver a liberarlos en escritos futuros.
Desde afuera es que escribo y ya con menos palabras que antes.
No entiendo a esa señora que esta esperando a mi costado que alguien que no tiene la mínima intención de abonarle su deuda le entregue algo de dinero. Por que la gente insiste? Por que no da cuenta que existen los que son de fiarse y los que no? Por que la bombas, saber donde?
La TV nos llena de informaciones y como nos muestra que en un punto cualquiera de la tierra mueren miles de personas inocentes que no han tenido más que la mala fortuna de encontrarse en un estratégico lugar, al segundo están estimulando a niños de pocos años a solicitar se les compre un teléfono celular para poder encontrarse con su intimidad. Cuidado con ello. Yo digo, se nos estará yendo las cosas de las manos.
Desde afuera de todo este in entendible dilema mundano es que estoy escribiendo.
Tengo la guitarra en mis manos y hago sonar sus cuerdas. Eso si que es sincero; uno frota con sus uñas el instrumento y seis vibraciones mueven el espacio para dirigirse a mis sentidos y conmoverme. Soy de los que toco para conmoverme sin esperar que otros lo hagan.
Cada vez más lejos de este pasillo que comunica el adentro y el afuera. Desde ese lugar escribo y tantas cosas se tiene por decir y tantas otras me invitan a callarlas.Cuando uno llega al tope de su existencia empieza a plantearse cual será la solución a ese tan preciado dilema. Cual será la particularidad que encierra encontrarse de aquel lado. Yo me situó desde afuera, tan solo para irme acostumbrando...
Juan Maldonado

domingo, septiembre 10, 2006


Aqui con la banda a principio de 2005. El de amarillo es quien les habla.

Esta es la banda en la cual participo. Se llama "La Tusca" Yo soy el de negro que está al medio con la guitarra marron clara.
"Descreo"

Descreo de todo lo que me rodea, del cielo y de la tierra. De mis amigos, de la luna y las estrellas. Descreo del olor a azar cuando por la mañana abro mi ventana, de la mirada de una mujer que seduce. Del apretón de manos, del río que corre siempre con el mismo sentido. Descreo de la ciencia, la política. La materia. De las musas inspiradoras y el sabor del cigarrillo. De los buenos vinos y por que no, de los malos vinos. Descreo del sonido de los instrumentos musicales, de sus afinaciones. Del ladrido del perro y sus mordidas. Descreo de mi sangre, de mis ancianos. De mis creencias, de mis olores. Descreo de mis recuerdos, de mis impulsos (sobre todo los que se contienen para llevarme a algo bueno). Descreo del amor, del dolor. Descreo de mis sueños. Descreo de mis capacidades, de las oraciones y de las palabras. Descreo de las etceteras. Descreo de mis escritos. Ha!: no crean que soy desconfiado, porque tambien descreo de la confianza...
Juan Maldonado
“En Silencio”

El aletear de una abeja en busca de polen. El silbido del viento. El aplauso de las hojas en los ramales de los árboles. El latido de mi corazón. La noche y sus grillos. El crujir del arder de un leño. El remanso del río. Cuantas cosas aparecen junto al silencio. Cuantas cosas se pierden cuando este no está. En realidad siempre mantuvimos al silencio como una cuestión de vació. Más allegado a la nada. Este pensamiento puede que se me discuta, y esta bien en que lo hagan. Pero ante tanto torbellino de ruidos totalmente desparejos, fuera de todo rango, yo disfruto de mi silencio que no es otra cosa que ese conjunto de abejas volando, de vientos cantores, de divertidas hojas, de calidos fuegos, de enamorado corazón, de agua en busca de océano.Cuantas reuniones bulliciosas, en donde las palabras se dispersan rápidamente en el aire perdiéndose en el más pronto olvido.Ya se ha dicho por ahi: "Decir lo justo y que las palabras sean más importante que nuestro silencio, y no temer a callar, que muchas veces es necesario gran cantidad de voces para callar a los dueños del silencio."Yo soy un tipo de pocas palabras en busca de interesantes charlas. Cuando quieran compartir una, no tienen más que avisarme. Aquí los estaré esperando, en silencio….
Juan Maldonado
“Ensueños”
Suave torbellino de ocultas imágenes que fecundas mi entendimiento. La razón del estado oblicuo que aparece y se esconde. El sueño me atraviesa con las más disparatadas historias que mezclan y entremezclan secuencias vividas con aquellas anheladas. Con aquellas nunca vividas. Es como que los sueños tienen esa particularidad. Es el espejo deformado de nuestro cumulo de inteligencia, de pasado, presente, futuro. Un surrealismo de la propia vida. Una vida vivida del otro lado. Un inconciente que me llega, me discute, me atormenta, y en muchos casos me tranquiliza.Que otra cosa, más que vivir soñando o vivir viviendo o dormir por siempre o desvelar eternamente. Porque soñar me permite encarnarme en cualquier personaje. Me permite ser un ave por ejemplo. Me permite volar, y si la vida fuera un sueño yo sería ese gran pájaro que no pararía de volar hasta averiguar cual es el punto límite para dejar de soñar…
Juan Maldonado
"Aquella Campanada"

Me cierro, me despido, me estoy destruyendo. Nadie da cuenta. Destellos de felicidad caen en picada con el mínimo goce de conciencia. Me despido y todo vuelve al mismo lugar. Estoy aquí, para penar eternamente y abrazarme a mis refutables escritos. Generadores de las más certeras criticas, pero es así. Vine a este mundo para perecer. Un mundo que no se bien explicarlo, pero que duerme en mi entendimiento como ese rutinario plan de perecer. Como ese sistemático decaer hacia la muerte. Tal vez por ello la muerte pierda importancia, si ya cuando nacemos no tenemos otro descuido que morir sabe quien cuando, en que momento de este eterno despertar al cual llamamos comúnmente vida.Un día cualquiera y una noche cualquiera. El mundo práctico, y todo tiene un por que y tiene una explicación, y tiene su comienzo y su final, me levanto hoy para dormirme hacia el mañana. Pero tal vez ese mañana y ese hoy es la misma cosa. Es la misma partícula de cúmulo de sentires y recuerdos que se van acumulando en nuestro entendimiento para generar el final, producto acotadamente llamado vida. El hoy y el mañana. Es que queremos generarnos nuevas oportunidades? Ordenarlas tal vez?.He nacido, he comenzado mi día para terminarlo sabe quien cuando. Soy un tonto que escribe, pero no se lee. Que habré deletreado en párrafos anteriores? No sé. Mi día comenzó hace un basto pasado, y ya llevo un buen tiempo viendo como este se estira en su duración, cambiar de luminosidad. A veces un calor de luz brillante y fuerte, otras veces con luz más tenue y fría. Y descanso par volver a comenzar a cansarme y caer nuevamente en el descanso.El tiempo, pasa? Estamos seguros de esa afirmación. Y sigo con mis preguntas y aseguro darme mis respuestas. Confiamos en los relojes, los números, las matemáticas. No se por que siempre estuve en la vereda del frente de las exactitudes. Soy de los inexactos. Después de la una sigue las dos. Pero matemática amiga dice que entre uno y dos existen infinitos, eternas cantidades de números. Confiamos en esas agujas que corren en un espacio reducido que sobra en la muñeca de nuestras manos, y en ellas depositamos devenires. Mi reloj comienza en un cero y termina en ese valor indefinido e inesperado denominado comúnmente muerte. Y aquí sigo, gastando mi día, esperando que desde aquella cúpula suene la última campanada…
Juan Maldonado

Música

  • De todo un poco. La que me suena sincera...

Libros

  • Los que no terminan rapidamente
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