“SUEÑO DE PRIMAVERA” (CAPITULO UNO)
Cuando el invierno dio a luz a la nueva temporada del año veintisiete, un instante de sosiego detuvo la marcha del almirante Villar. Sueños de primavera comenzaron a recorrer sus pensamientos, para instalarse y dejarle la marca del futuro que lo sorprendería con alguna que otra oportunidad de felicidad.
Los otoños quedaban lejos, y las siluetas de los árboles promedian una verde jornada. Sobre la baranda del yate, Figuer Villar, comenzaba un extraño sueño que lo llevaría hacia el completo desprecio por su decisión. “Yo no quise entregarme a su mirada, pero un rostro descalzo de color, corre mas rápido por mis venas”.
No se si tengo que abrazar su atensión, pero lo que debo comentarles tiene su explicación en mis palabras. Mi historia.
Cuando dejaba cerrada la puerta, y caminaba hacia el olvido, volví acostumbrado a sus brazos. Ellos esperaban soberbios, sabiendo de su capacidad de atracción. Y el sueño dorado de rector enojado, distante, desvaneció ante su sonrisa: -“Uno sabe, que el regreso constituye mi homenaje.” La abrazó, pensó en apretar su cuerpo contra el de ella, pero la suave figura tentó tan solo unas cuantas caricias. Desde el voluminoso cabello, recorriendo su estructural espalda.
Suave la mano que rodea tu cuerpo
Canción de luna, que mira el infierno…
Primer problema, soltar su mano, y saludar para no regresar jamás…
Cuando el invierno dio a luz a la nueva temporada del año veintisiete, un instante de sosiego detuvo la marcha del almirante Villar. Sueños de primavera comenzaron a recorrer sus pensamientos, para instalarse y dejarle la marca del futuro que lo sorprendería con alguna que otra oportunidad de felicidad.
Los otoños quedaban lejos, y las siluetas de los árboles promedian una verde jornada. Sobre la baranda del yate, Figuer Villar, comenzaba un extraño sueño que lo llevaría hacia el completo desprecio por su decisión. “Yo no quise entregarme a su mirada, pero un rostro descalzo de color, corre mas rápido por mis venas”.
No se si tengo que abrazar su atensión, pero lo que debo comentarles tiene su explicación en mis palabras. Mi historia.
Cuando dejaba cerrada la puerta, y caminaba hacia el olvido, volví acostumbrado a sus brazos. Ellos esperaban soberbios, sabiendo de su capacidad de atracción. Y el sueño dorado de rector enojado, distante, desvaneció ante su sonrisa: -“Uno sabe, que el regreso constituye mi homenaje.” La abrazó, pensó en apretar su cuerpo contra el de ella, pero la suave figura tentó tan solo unas cuantas caricias. Desde el voluminoso cabello, recorriendo su estructural espalda.
Suave la mano que rodea tu cuerpo
Canción de luna, que mira el infierno…
Primer problema, soltar su mano, y saludar para no regresar jamás…
Juan Maldonado