lunes, mayo 17, 2010

“EL COMIENZO”

Letras mayúsculas sobre el laberinto, ya componen la estructura, un cigarro, unas cuantas gotas de vino tinto.

Sufre el que no bebe, por temor a la trágica de su suerte, pero divisa un cambio entre letra suave y fuerte.

Es el comienzo, tal vez la partida, de los mejores ediles, el todo enfrascado. Y de otros más nobles, a caso confundidos, dejan abierta solo una herida.

Nada se necesita, poco se emplea, algo de travesura para recorrer el tejado, para refugiarnos los desalmados, para fundir en habla la pena.

Se tropieza, se despierta, se asimila ansioso el final sin respuestas. Bello el desafío de dejar la cuenta, solo una historia cuando lucen abiertas.

Como llamarlo, algo importante, algo divino o insignificante. Solo el latido del que le da vida, goza la sangre en su partida.

Y si no fuera por él no seria el contenido, ya no habría destinos de personajes imaginarios, que moviesen verbos y sustantivos y echaran manos del diccionario.

Son esas clemencias que tienen los libros, cuando en la primer página dan su primer rueda, que nos dejan en ellos bien detenidos, o se devuelven rápido a las biblotecas.
JUAN MALDONADO

martes, mayo 11, 2010

“ABUELOS”

Ella ochenta y seis años. El, noventa años. A ella la vida la trato de ama de casa, y el dedicaba su madurez a construir refugios, para hombres civilizados. Ella una artista de colores y géneros, de entrelaces de sedas. El, cocinero de muros irrompibles, artesano de viviendas.

Ella: Acá estoy, acostumbrada. Quien dijo que iba a llegar así, con este cuerpo.
El: vieja, donde esta la yerba?
Ella: En la repisa a lado del calefón.
El: La yerba, así tomamos unos mates, que ya se tiene que ir.
Ella: como una tapia, no escucha nada (sonrie). Que pasa? Al lado del calefón te dije. No escucha nada. Esta más sordo que una tapia. Sordo, sordo, sordo. Baaa. Viejoo. Tocaron el timbre. Debe ser la Sonia.
El: Debe ser la Sonia, no dijo que venía?
Ella: Que te estoy diciendo. Debe ser la Sonia. Venía para atarme los ruleros.
El: No dijo que venía hoy, no le pediste que te ate los ruleros.
Ella: Llevate unas naranjas, están buenas. La planta es medio vieja, pero todavía saca sus frutos.
El: dejatelas a las herramientas, total, para lo que yo las uso. Si, usalas, total acá no hacen falta.
Ella: Viejo, dale una bolsa para que ponga las naranjas, y ponele unas ramitas de romero para que le lleve a la patrona. Como anda la nena, creciendo? Como es que se llamaba… Esos nombres que le ponen ahora.

Al servicio de sus visitas, sean familiares o no, los abuelos tienen esa desesperación de atender a los invitados. Criados a la intemperie de las llanuras, arrancados de sus niñeces para despuntar en el trabajo, van acortando la tregua con la muerte, con todo el tiempo en sus manos, y despojados de cualquier actividad.
Los que tenemos la suerte de interactuar con nuestros mayores, debemos sentirnos privilegiados, es una gratitud que la vida nos regala, solo hay que aprovecharla.


JUAN MALDONADO

lunes, mayo 10, 2010

“ABRIR LA VENTANA”

No es solo el suave brizar del viento cuando inicia su marcha por la mañana;
ni el brillo de los cerros cuando el sol, sobre ellos, deja su recuerdo;
ni la melodía de una Reyna Mora cuando de pasada entibia su garganta,
ni las lagrimas de los pastos cuando el rocío le contagia su pena;
ni el silencio de los caracoles cuando marcan su camino;
ni el cristalino roce del arroyo frío entre las rocas;
ni el crujir de los árboles, ni el batir de las ramas;
ni el eco de los patos, cuando en vuelo elevan ancla;
Es a su vez, abrir por la mañana la ventana…


JUAN MALDONADO

jueves, mayo 06, 2010

“LOS LOGISTICADOS”

El mundo de los logisticados, comienza en este mundo, un mundo distinto, seguramente evolucionado. Tienden a ubicarse, siempre parados, con sus comunicaciones efectivas, al alcance de sus manos.
Los logisticados no temen vivir el conflicto de los desorientados. Siempre tienen a mano su mejor herramienta: varias columnas con cintas, laberintos menos complicados. Ahí se conforman, dan vida a sus fracasos, se pelean, se ordenan, se conocen, se reproducen hacia los costados. El más gracioso copa la esquina, con sátiras de humor cansado, como manada de vacunos circulan, entre un brete sofisticado.
A veces me sumo, por error de otros años, y trato de contagiarlos de este mundo imaginario, que nos brinda un remanso entre tantos rápidos, para contemplar la belleza del cantar de los pájaros, del correr de la aguas entre piedras de cuarzo.
Pero los logisticados no pretenden tomar otros atajos, hacia el frente dedican sus marchas, para ser los últimos del ocaso. De esa fila interminable que decora los establos, de finanzas, de negocios, de acreedores y endeudados.
Si la suerte los ayuda, terminan privilegiados, con sus cometidos resueltos, victoriosos, finalizados. Si el sistema tropieza, como cualquier niño jugando, se alborotan, se enfurecen y mueren resignados. A la espera de otro día, para regresar cansados, y comenzar una nueva vuelta, hacia el frente, sin mirar al costado.

JUAN MALDONADO

martes, mayo 04, 2010

“SOLO UN GIRO”

Solo un giro,
y el afuera se acerca.
El primer contacto.

Prevalece la frescura,
el reverso de riberas y el ocaso.
El frío se entibiese, cuando nacimos privilegiados.

En otras ocasiones perdura,
ajusticiando como clavos,
duros que penetran
en la madera de nuestras manos,

reflejando que hemos padecido
el temible rigor de los años.

Solo un giro,
y la bofetada húmeda para despertarnos.
El eco de un mundo profundo, extraño,

recibe nuestros míseros restos,
luego del lavado.

las alimañas claman como santos,
rendidas a nuestras miserias, inteligentes,
dichosas en su devenir milenario.

Solo un giro,
y los brotes de las sienes
caen como leños cortados.

Figuras largas y tiesas,
reductos cortos y enrulados,
se mezclan para entregarse juntos,
al abismo de los caños,

que unen intimidades con el océano,
entre montañas y llanos.

Solo cuando imagino,
que por momentos me marcho,
hacia un mundo desconocido,
que integra el mundo amplio,
doy cuenta que no es solo rutina
abrir el grifo del baño.

JUAN MALDONADO

Música

  • De todo un poco. La que me suena sincera...

Libros

  • Los que no terminan rapidamente
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