miércoles, septiembre 27, 2006

“El mar”
El mar me recuerda a tantas cosas. El amor de una desorientada muchacha, que camino a la nada deja reposar su mirada en cuanto muelle se presente. El calor del verano, que siempre tiene la dosis perfecta para cada descanso. Al sabor de la sal que se asemeja a una dulce hiel.
He estado tres días mirando el mar y la profundidad de mis pensamientos se han encontrado con aquellos piratas que en busca de oro derramado han dejado en mí este espíritu de aventurero que atraviesa en cuanto tiempo le corresponde los más disparatados deseos.
Me llegan botellas de enamorados que lanzan esperanzas al agua esperado ser correspondido del otro lado del corazón. A manera de suspiros dejan caer el vidrio que cubre profundas palabras que en fila dan el conocer de tan cuanto sentimiento se esconde detrás de cada una de nuestras personas. Y si, algunos escribimos nuestros cariños, y otros se dejan apalear por el garrote de la vergüenza y esconden su sentir en lo más profundo de sus entrañas, no permitiéndose liberarse y darse a conocer.
El mar me trae su manto de arena que suaviza mi caminar, amoldando mis pisadas en cada paso. Masajeando la suela de mi cuerpo al caminar. Deja caer esa alfombra de caracolas, que a modo de antiguo transporte en el templo de “Aladino”, alza en viaje aéreo mis pisares, y levita mi cuerpo todo de la mano del placer.
He estado tres días mirando el mar, y su caudal de estrellas reflejadas desde el cielo se mecen al compás de las olas, y estas se depositaban en la orilla invitándome a soñar en deseos que bajo la luz intensa de aquellas fugaces se convierten en futuras realidades.
Una ola salpica mi sequedad, me advierte con su mano que estamos ante la presencia de lo eterno. De lo inalcanzable, pero que se presta todo. Que estoy caminando hacia las profundidades, de la presiones. Que estoy agitando mis alas para entrar en el húmedo vuelo, convertirme en halcón y dejarme flotar, y que la brisa de las olas manejen mi destino, que sin duda será dentro de la historia del océano…
Juan Maldonado

viernes, septiembre 15, 2006

“Mis manos sobre tu cara”

Entre tantas miradas siempre esta la mas intensa, la que me observa desde lejos o cerca según este yo ubicado. Y es esa sensación que provoca tu mirar que me estimula y me conduce a este hermoso laberinto de posibilidades.
Mis manos sobre tu rostro quiero depositar y que mis dedos puedan dibujar el contorno, cada rasgo, como ese pintor desesperado por crear un nuevo dibujo, aquel que lo lleve al reconocimiento de la belleza, auque sea ya una vez, muchos años de desaparecido.
La cascada de rizos que atraviesan tus mejillas, como bastones de óleo fácil de corregirlos, y mis dedos a modo de cinceles correctores, jugueteando, mezclando los tonos para conformar el color justo. Puedo sentir sobre ellos como se enredan esos tenues descansares de cabellos que recorren tu rubor todo, y se acomodan al relieve de tu cara como manto de hojas secas que alfombran todo el llano en épocas de otoño.
Mis manos sobre tu cara quiero depositar y descansar en ese diminuto pero eterno vuelo que flota mi cuerpo sobre dimensiones desconocidas. Que me sumerge a ese pasadillo encantado en donde todo huele a placer.
Con la yema de mi índice, medio, anular, rastrillar delicadamente el terreno de tu frente, preparándolo para sembrar las semillas de mis besos, esperando se reproduzcan en nuevas semillas y en nuevos besos, aquellos que el viento traslada a diferentes partes de tu cuerpo.
Con el pulgar convertido en esteca de madera modelar suavemente tu nariz, y colocar finalmente esa gota de cristal con mi índice sobre su punta, creando el llanto de sonrisa, la que mira ruborizada el suelo. Y continuar con tus labios, que son aquella estaca que clava mi corazón cuando ciegamente te observo, hermosa, y me convierto en vampiro.
Mis manos sobre tu cara, y que la arcilla de tus labios se mezclen con los míos.
Juan Maldonado

jueves, septiembre 14, 2006

“Desde afuera”
Aquí estoy, aferrándome a mis escritos. En medio de esta vorágine de vida que me ahoga, me desangra por dentro y trato cada minuto escaparme y salirme. Tengo tanta nostalgia acumulada, tanta desazón desarraigada.
Un tipo que me habla de no se que cosa, y yo diciendo si.
El mundo me propone un ir y venir que no me completa. No logro incorporarme.
Desde afuera es que escribo estas palabras y tan solo para poder acompañarme. He nacido tal vez unos 2000 años después de lo debido, o tal vez soy un incapaz y no puedo incorporarme. Mientras el común va detrás de ese incontrolable sueño de acaudalar sus bolsillos de manera incondicional, yo despierto cada día esperando que el dueño del tiempo me regale una prorroga para poder encontrarme con esa musa que deja grabado en mi, el mensaje preparado para todos aquellos que lo estén necesitando, incluyéndome.
Resisto. Como siempre. Resisto.
Barbaridades, muertes y descontroles. Guerras a kilómetros de distancia, que son parte nuestra. Porque mientras no hagamos nada para evitarlo, siguen siendo nuestras. Aunque sea el trabajo menos pesado, el de denunciarlas y oponerse a ellas. Aquellos que las generan (sabe quien por que), tendrán algún día su merecido? No sé, ya hasta dudo –y plagiándome de escritos anteriores- y descreo de los juicios morales.
Tengo el don de absorberlo todo. Pero no escupo nada. Tal vez en estos momentos de soledad, de incontrolable pasión literaria, puedo liberarme de tanta acumulación de análisis y pensamientos que destruye y agobian. Y quedo finamente tranquilo, esperando nuevamente cargarme de pensamientos, y volver a liberarlos en escritos futuros.
Desde afuera es que escribo y ya con menos palabras que antes.
No entiendo a esa señora que esta esperando a mi costado que alguien que no tiene la mínima intención de abonarle su deuda le entregue algo de dinero. Por que la gente insiste? Por que no da cuenta que existen los que son de fiarse y los que no? Por que la bombas, saber donde?
La TV nos llena de informaciones y como nos muestra que en un punto cualquiera de la tierra mueren miles de personas inocentes que no han tenido más que la mala fortuna de encontrarse en un estratégico lugar, al segundo están estimulando a niños de pocos años a solicitar se les compre un teléfono celular para poder encontrarse con su intimidad. Cuidado con ello. Yo digo, se nos estará yendo las cosas de las manos.
Desde afuera de todo este in entendible dilema mundano es que estoy escribiendo.
Tengo la guitarra en mis manos y hago sonar sus cuerdas. Eso si que es sincero; uno frota con sus uñas el instrumento y seis vibraciones mueven el espacio para dirigirse a mis sentidos y conmoverme. Soy de los que toco para conmoverme sin esperar que otros lo hagan.
Cada vez más lejos de este pasillo que comunica el adentro y el afuera. Desde ese lugar escribo y tantas cosas se tiene por decir y tantas otras me invitan a callarlas.Cuando uno llega al tope de su existencia empieza a plantearse cual será la solución a ese tan preciado dilema. Cual será la particularidad que encierra encontrarse de aquel lado. Yo me situó desde afuera, tan solo para irme acostumbrando...
Juan Maldonado

domingo, septiembre 10, 2006


Aqui con la banda a principio de 2005. El de amarillo es quien les habla.

Esta es la banda en la cual participo. Se llama "La Tusca" Yo soy el de negro que está al medio con la guitarra marron clara.
"Descreo"

Descreo de todo lo que me rodea, del cielo y de la tierra. De mis amigos, de la luna y las estrellas. Descreo del olor a azar cuando por la mañana abro mi ventana, de la mirada de una mujer que seduce. Del apretón de manos, del río que corre siempre con el mismo sentido. Descreo de la ciencia, la política. La materia. De las musas inspiradoras y el sabor del cigarrillo. De los buenos vinos y por que no, de los malos vinos. Descreo del sonido de los instrumentos musicales, de sus afinaciones. Del ladrido del perro y sus mordidas. Descreo de mi sangre, de mis ancianos. De mis creencias, de mis olores. Descreo de mis recuerdos, de mis impulsos (sobre todo los que se contienen para llevarme a algo bueno). Descreo del amor, del dolor. Descreo de mis sueños. Descreo de mis capacidades, de las oraciones y de las palabras. Descreo de las etceteras. Descreo de mis escritos. Ha!: no crean que soy desconfiado, porque tambien descreo de la confianza...
Juan Maldonado
“En Silencio”

El aletear de una abeja en busca de polen. El silbido del viento. El aplauso de las hojas en los ramales de los árboles. El latido de mi corazón. La noche y sus grillos. El crujir del arder de un leño. El remanso del río. Cuantas cosas aparecen junto al silencio. Cuantas cosas se pierden cuando este no está. En realidad siempre mantuvimos al silencio como una cuestión de vació. Más allegado a la nada. Este pensamiento puede que se me discuta, y esta bien en que lo hagan. Pero ante tanto torbellino de ruidos totalmente desparejos, fuera de todo rango, yo disfruto de mi silencio que no es otra cosa que ese conjunto de abejas volando, de vientos cantores, de divertidas hojas, de calidos fuegos, de enamorado corazón, de agua en busca de océano.Cuantas reuniones bulliciosas, en donde las palabras se dispersan rápidamente en el aire perdiéndose en el más pronto olvido.Ya se ha dicho por ahi: "Decir lo justo y que las palabras sean más importante que nuestro silencio, y no temer a callar, que muchas veces es necesario gran cantidad de voces para callar a los dueños del silencio."Yo soy un tipo de pocas palabras en busca de interesantes charlas. Cuando quieran compartir una, no tienen más que avisarme. Aquí los estaré esperando, en silencio….
Juan Maldonado
“Ensueños”
Suave torbellino de ocultas imágenes que fecundas mi entendimiento. La razón del estado oblicuo que aparece y se esconde. El sueño me atraviesa con las más disparatadas historias que mezclan y entremezclan secuencias vividas con aquellas anheladas. Con aquellas nunca vividas. Es como que los sueños tienen esa particularidad. Es el espejo deformado de nuestro cumulo de inteligencia, de pasado, presente, futuro. Un surrealismo de la propia vida. Una vida vivida del otro lado. Un inconciente que me llega, me discute, me atormenta, y en muchos casos me tranquiliza.Que otra cosa, más que vivir soñando o vivir viviendo o dormir por siempre o desvelar eternamente. Porque soñar me permite encarnarme en cualquier personaje. Me permite ser un ave por ejemplo. Me permite volar, y si la vida fuera un sueño yo sería ese gran pájaro que no pararía de volar hasta averiguar cual es el punto límite para dejar de soñar…
Juan Maldonado
"Aquella Campanada"

Me cierro, me despido, me estoy destruyendo. Nadie da cuenta. Destellos de felicidad caen en picada con el mínimo goce de conciencia. Me despido y todo vuelve al mismo lugar. Estoy aquí, para penar eternamente y abrazarme a mis refutables escritos. Generadores de las más certeras criticas, pero es así. Vine a este mundo para perecer. Un mundo que no se bien explicarlo, pero que duerme en mi entendimiento como ese rutinario plan de perecer. Como ese sistemático decaer hacia la muerte. Tal vez por ello la muerte pierda importancia, si ya cuando nacemos no tenemos otro descuido que morir sabe quien cuando, en que momento de este eterno despertar al cual llamamos comúnmente vida.Un día cualquiera y una noche cualquiera. El mundo práctico, y todo tiene un por que y tiene una explicación, y tiene su comienzo y su final, me levanto hoy para dormirme hacia el mañana. Pero tal vez ese mañana y ese hoy es la misma cosa. Es la misma partícula de cúmulo de sentires y recuerdos que se van acumulando en nuestro entendimiento para generar el final, producto acotadamente llamado vida. El hoy y el mañana. Es que queremos generarnos nuevas oportunidades? Ordenarlas tal vez?.He nacido, he comenzado mi día para terminarlo sabe quien cuando. Soy un tonto que escribe, pero no se lee. Que habré deletreado en párrafos anteriores? No sé. Mi día comenzó hace un basto pasado, y ya llevo un buen tiempo viendo como este se estira en su duración, cambiar de luminosidad. A veces un calor de luz brillante y fuerte, otras veces con luz más tenue y fría. Y descanso par volver a comenzar a cansarme y caer nuevamente en el descanso.El tiempo, pasa? Estamos seguros de esa afirmación. Y sigo con mis preguntas y aseguro darme mis respuestas. Confiamos en los relojes, los números, las matemáticas. No se por que siempre estuve en la vereda del frente de las exactitudes. Soy de los inexactos. Después de la una sigue las dos. Pero matemática amiga dice que entre uno y dos existen infinitos, eternas cantidades de números. Confiamos en esas agujas que corren en un espacio reducido que sobra en la muñeca de nuestras manos, y en ellas depositamos devenires. Mi reloj comienza en un cero y termina en ese valor indefinido e inesperado denominado comúnmente muerte. Y aquí sigo, gastando mi día, esperando que desde aquella cúpula suene la última campanada…
Juan Maldonado

Música

  • De todo un poco. La que me suena sincera...

Libros

  • Los que no terminan rapidamente
Powered By Blogger